miércoles, 7 de marzo de 2018

El peligro de los opiáceos

Entrevistar a un cubano siempre implica riesgos: te puedes quedar sin batería. O que te cuente mucho, pero no te diga nada. Con el doctor Luis Carlos Silva sucedió todo lo contrario. Un tipo excepcional, con un doctorado en Matemáticas por la Universidad de Praga y, posteriormente, otro en Salud en la Universidad de La Habana. Fue un placer escucharle, aunque inquieta su reflexión sobre el fentanilo, del que ya había leído algo en el XL Semanal


El doctor Luis Carlos Silva. Foto: Marieta
Uruguayo de nacimiento y cubano de adopción, el profesor Luis Carlos Silva (DuraznoUruguay; 1951) lleva toda su vida uniendo matemáticas y salud pública, siendo una referencia para los investigadores en el campo de la epidemiología. Este experto llega a Avilés para impartir un seminario sobre el enfoque bayesiano de la epidemiología en el Hospital Universitario San Agustín. LA VOZ conversó con él sobre otros temas de su interés como las epidemias.
-En Estados Unidos, el seguimiento de una epidemia de gripe fue más eficaz por Google que por la declaración de casos. ¿Estamos en una nueva era de la epidemiología?
-Radicalmente no. Efectivamente, Google Trends consiguió anticiparse al Centro de Control de Enfermedades en el vaticinio de una epidemia de gripe y su distribución. Abrió una gran expectativa, pero poco tiempo después el modelo fracasó.
-¿Por qué?
-Si en un enclave se produce una muerte por gripe y se difunde en la prensa, muchas personas entran en Google a buscar información. Pero no por la existencia de la enfermedad, sino por el morbo mediático. Sucedió dos años después de aquel éxito clamoroso.
-¿Los modelos de análisis de epidemiología tienen capacidad de asumir el Big Data?
-Se llegó a creer que podía suprimir los modelos de análisis, pero no. El Big Data es una maravilla para el desarrollo de protocolos de actuaciones, como las traducciones.
-En Europa sufrimos una epidemia de gripe que no tuvo lugar.
-Fue una epidemia de pánico inducida por las grandes farmacéuticas. Una farmacéutica hizo el negocio más grande de la historia vendiendo humo primero y, luego, el Tamiflu y Relenza. En mi opinión, España cayó en esa trampa. Todavía hay grandes reservas de esos medicamentos, incluso en instalaciones militares.
-¿Puede repetirse?
-Desde luego. Esa epidemia fue inducida por una dinámica que no ha cesado. Aquello fue una pandemia de pánico porque no cesaba de anunciarse una epidemia con millones de muertos por la gripe porcina.
-Y en término reales, ¿cual es la próxima epidemia?
-Un riesgo real para España es el consumo de opiáceos, especialmente fentanilo, como se produce en Estados Unidos. Es algo pavoroso. En los últimos diecinueve años, desde que empezaron a recetarse han muerto más personas en EE UU por fentanilo que en la Guerra de Vietnam. En estos momentos es una verdadera emergencia nacional.
-¿Por qué va a suceder si son sistemas sanitarios diferentes?
-Se repite el mismo esquema que en Estados Unidos. La mayoría de las personas que mueren, primero se hacen adictos. Reciben dosis para dolencias para las que no están pensadas, incluso un dolor de muelas. Es la misma campaña de las farmacéuticas que en América, por las que alguna están siendo juzgadas en cincuenta ciudades de EE UU. El informe del Ministerio de Sanidad del mes pasado muestra como en los últimos siete años se ha doblado las prescripciones de opiáceos. Si eres un adicto acabas asaltando una farmacia o caes en las redes de los cárteles. Es una sustancia muy cara y se regala durante un cierto tiempo para que caigas en ella.
-Suena a película.
-Sé que está pasando en España. Las farmacéuticas están dando dando millonadas a las sociedades de neurólogos, de traumátologos...
-Le preocupa la desigualdad, ¿pero no es mayor peligro la ignorancia que alimenta a curanderos?
-La ignorancia es un desafío como es la desigualdad, pero más rebelde porque la gente opta por lo más colorido, lo esotérico. Yo, más que ignorancia, lo llamaría incultura científica. La desigualdad es más abarcadora. Afecta a todos, también a los privilegiados.
-¿Cómo, si cuentan con recursos?
-Están protegidos, pero entre comillas. La protección la ofrece la sociedad, no un sistema que, incluso, te puede recetar productos que te convierten en un adicto como un opiáceo... En El Salvador conozco a millonarios que viven en sus casa, entre rejas, con un nivel de estrés altísimo. La Organización Mundial de la Salud defiende que la salud debe estar en todas las políticas, no sólo en las sanitarias. Limitarlas ahí es un reduccionismo muy tonto.
Entrevista publicada en La Voz de Avilés-El Comercio el 7 de marzo de 2018

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