domingo, 5 de agosto de 2018

Pensando sobre la sanidad

Entre 2003 y 2011, Alfonso Flórez gestionó el Hospital San Agustín. Tuve la oportunidad de tratar con él. Buen gestor, implicado, humano, generoso. Dejó una buena huella en el centro. Hoy lo entrevistamos, centrando las preguntas en la gestión sanitaria, en la reflexión, un territorio en el que siempre se ha desenvuelto con soltura.

Alfonso Flórez. Foto: Carolina Santos.



Alfonso Flórez Díaz (Gijón, 1948) no duda en calificar su estancia al frente del actual Hospital Universitario San Agustín como un «orgullo». Su gerencia entre 2003 y 2011 implicó el fin de la remodelación y un cambio en el modelo de gestión. Ya jubilado reflexiona sobre el sistema sanitario.

-¿Qué recuerda de su llegada a Avilés, al San Agustín, en 2003?

-Era un hospital con obras, con grandes problemas desde el aparcamiento a la afluencia de pacientes, la distribución de circuitos en el interior... Era una organización en una situación de tránsito. Las obras habían comenzado hacía ya mucho tiempo y se habían acostumbrado a ellas.

-A usted le tocó una buena parte.

-Cuando me incorporé estaba hecho todo el área de los vestuarios de quirófanos y, muy importante, el nuevo edificio de consultas externas. Fue una época compleja. Recuerdo que llegamos a comprar anoraks para las enfermeras que tenían que pasar por pasillos por donde entraba el viento por todas las partes.

-¿Se ha aprovechado todo el conocimiento generado en la reforma?

-En realidad no sé qué tipo de conocimiento se genera. Yo venía de hospitales como Valdecilla o La Paz donde hubo que hacer transformaciones muy importantes y siguieron funcionado. Para mí las obras fueron un pretexto para el cambio organizativo. Lo fundamental fue que me rodeé de un equipo muy bueno de profesionales.

-¿Fue complicado ese cambio?

-Lo fundamental fue que metimos a toda la organización en él, en lo que significaba lo que debíamos diseñar: hacer un hospital nuevo con un viejo cascarón. Las obras se pudieron hacer gracias a todo el personal. Suprimir las habitaciones de tres y cuatro camas, crear áreas de cirugía mayor y ambulatoria, las comunicaciones y circulación del hospital, la informatización... Ese cambio solo fue posible con el apoyo de todo el personal.

-¿Es cierta su llegada en plan Brubaker por Urgencias simulando una dolencia coronaria para desvelar que es el nuevo gerente?

-No, es falsa. Es una leyenda urbana. Mucho después de mi llegada tuve que ir a Urgencias por una medicación que provocó unos síntomas que parecían un infarto. Pero fue mucho después. Todo el mundo sabía quien era y todos me conocían. Ya eran gente de la familia.

-También se comenta que aparecía por cualquier lugar del hospital: en talleres, en los pasillos...

-Conocía el hospital muy bien. Tenía el hábito de andar por él y tratar de solucionar los problemas. Lo hice en todos los hospitales. Algunas veces molesta, pero no tiene porqué.

-Estuvo ocho años en el hospital, ¿de qué está más orgulloso?

-Estoy muy orgulloso de haber estado en el San Agustín, del equipo directivo que se formó. Y de marcharme de un hospital cuya lista de espera no superaba los cuatro meses como conclusión de todo lo que se había hecho. Y las auditorías sin salvedades. Pero sobre todo del equipo que quedó y su forma de trabajar, con un estilo y que dejaron iniciativas que permanecen, como el reciclado, las jornadas gastronómicas, los chavales que venían a tocar...

-En 2011, el cambio político en Asturias marca su salida del San Agustín. ¿Es una de las asignaturas pendientes, la ausencia de un cuerpo de gestores sanitarios con independencia de los políticos?

-Luchamos mucho tiempo por un cuerpo de gestores institucionalizado para dar continuidad. Pero es algo inútil. La política sigue utilizando la sanidad para aguijonear al gobierno. Me parece muy peligroso. Y tiene unas consecuencias para las organizaciones. Al final, el que lo sufre es el paciente.

-¿Hasta qué punto?

-La organización ve todos esos avatares políticos y se crea una desconfianza. No hay alternativas de cambio ni creatividad. Como ha sucedido en Gijón. Un grupo de trabajadores estudia las urgencias en Primaria y ve que la concentración en tres puntos mejora el servicio. Pero se rechaza por la presión de organizaciones sociales. Quizá no se informó bien, pero las cosas no pueden seguir igual por opiniones contrarias. La sanidad es un tema muy técnico, afecta a todos y mueve mucho presupuesto. Debería haber un pacto social para que esto no sucediese, manteniendo unas líneas predecibles y sin cambiar gestores consolidados.

-¿Cómo ve el sistema sanitario?

-Es una suma de todo lo que ha pasado. Para mí, el sistema público se encuentra estancado, necesita un replanteamiento de la organización. No es cuestión de arquitectos ni de más camas. Hay que parar y consensuar. Dentro de la organización sanitaria existe suficiente sabiduría para tomar estas decisiones, sabe lo que se debe hacer.

-¿Quién teme más dar voz a los trabajadores: los gestores o los políticos?

-Un redimensionamiento debe ser hecho por técnicos, personal muy cualificado que sepa dar voz a todas las alternativas. Se habla de meter más dinero, y siempre se necesita, pero es necesario parar. Por ejemplo, para analizar los tiempos que se pierden, que es donde existen muchas ineficiencias.

-¿Qué se puede hacer?

-En el sistema necesitamos servicios centrales fuertes, como Radiología o Anatomía Patológica. Son elementos centrales, son la puerta de entrada y no podemos tener lista de espera en ellos. Los pacientes necesitan los diagnósticos rápidamente. Y si tenemos cuellos de botella ahí se genera esa pérdida de tiempo. Es un elemento de ahorro, evitaría pérdidas de tiempo y que se generasen pacientes crónicos. Un menisco de un trabajador no puede esperar siete u ocho meses. Son elementos en cadena cuyo fallo despilfarra dinero y calidad asistencial.

-Los políticos necesitan resultados cada cuatro años y los gestores planifican a largo plazo. ¿Es el primer conflicto?

-Las líneas que se deben marcar deben ser certeras, de continuidad. En estos momentos, los gestores están en el día a día. Y la gestión del día a día no es la del futuro. Hay que buscar nuevas alternativas a las necesidades de la población, que son muy cambiantes, y la sociedad digital. Tenemos situaciones que se deberían evitar.

-¿Por ejemplo?

-Un paciente crónico no debería entrar por Urgencias. Debería estar tratado por su médico de familia, con una referencia en especializada. Habría que modificar cosas, incrementar los médicos de familia e introducir cambios para que se pudiese relacionar con el especialista.

-Antes aludió a la sabiduría de las organizaciones sanitarias. ¿En qué se debería aplicar?

-En campos como la gestión de personal que necesita una profunda revisión. Para ello, los sindicatos, colegios profesionales y organizaciones sociales son imprescindibles para evitar enfrentamientos donde pierde el sistema y, con ello, los ciudadanos. La carrera profesional es un modelo de frustración organizativa muy importante. Hay que mirar aspectos del escalafón, que se deben modernizar. Y abordar la retribución. Es algo que se debe revisar porque sino esto se va al garete. La sanidad es una profesión muy bonita y ver a profesionales que se jubilan con un alto nivel de frustración indica que algo está mal en la organización. Además de que perdemos mucha experiencia.

-Habrá gente que le diga: todo esto está muy bien, ¿por qué no lo hizo cuando tuvo responsabilidades?

-Cuando estuve en el hospital ayudé a que todo esto no ocurriese. Y los resultados fueron que teníamos una lista de espera que no superaba los cinco meses. Y se generó conciencia de que se debía gestionar de una manera, sin interrupciones en el proceso

-¿Cómo vive de jubilado?

-Me sigo despertando a las seis y media de la mañana. Es por la inercia de cuarenta y pico años. No tengo tiempo. Tengo mucho que hacer: estar con los amigos, la carpintería, ayudar en cuestiones que se necesiten. Estoy muy ocupado. No echo de menos nada.

-¿Y un salto a la política, volver a a la primera línea sanitaria?

-Tengo tanto que hacer que es algo que no me planteo.

Entrevista publicada en el diario La Voz de Avilés-El Comercio el 5 de agosto de 2018.

sábado, 4 de agosto de 2018

Elogio y drama del microbio

Un clásico de los veranos avilesinos son los cursos de La Granda. El profesor César Nombela dirige este año el encuentro sobre Microbiología. En esta entrevista previa, da una amplia visión del mundo del microbio, fascinante me atrevo a adjetivar.


César Nombela Cano. Foto: Marieta.
Presencia habitual en los cursos de La Granda, el catedrático César Nombela Cano (Carriches, Toledo; 1946) dirige este año el seminario sobre microbiología con el que se homenajea al microbiólogo asturiano Julio Rodríguez Villanueva, fallecido el pasado año.

-¿Por qué el recuerdo al profesor Villanueva?

-Es un asturiano de enorme relevancia en el mundo académico español. Creador de una escuela científica sin parangón. De su grupo hemos salido catedráticos en quince universidades españolas, además de extranjeras. Impulsó la microbiología en España entendiendo al microorganismo como un ser vivo, capaz de ser patógeno, pero también de consumir un contaminante o fermentar un mosto y producir vino.

-¿Qué enseñanza deja hoy, más allá de la microbiología?

-En el profesor Villanueva encontramos cómo encarar proyectos de futuro. Cree en las posibilidades de hacer ciencia en España, de la universidad, de la investigación y lo impulsa con una energía fuera de serie. Aprendemos a animar a los jóvenes y su capacidad para buscar a las personas más capacitadas y motivadas.

-La microbiología no es sólo la investigación, su presencia es básica en los hospitales.

-Es fundamental entender al microbio como agente de infecciones para tratarlo adecuadamente. Esa microbiología requiere conocer al microorganismo. Está en un momento fundamental por el avance científico. Es imposible hacer microbiología asistencial sin todos los conocimientos actuales.

-¿El uso adecuado de los antibióticos es el gran reto?

-Cada vez es un problema mayor, porque un uso inadecuado de los antibióticos hace a los microbios resistentes. Tenemos que aprender cómo los microbios son capaces de resistir y, además, transmitir esa capacidad a su progenie y a otros microbios. Por eso, cada vez hay más control de los médicos y los farmacéuticos. Esto genera otras situaciones.
-¿Cuales?
-A principios de los años ochenta había un desarrollo floreciente de nuevos antibióticos. Pero se ha terminado. Las empresas no invierten y la administración busca la forma de incentivar porque siguen siendo necesarios los nuevos antibióticos. De no ser así, seguirá habiendo muertes por resistencia por antibióticos. En la época actual se pueden cifrar por cientos de miles en el mundo, de seguir al ritmo actual pueden llegar a los diez millones en el año treinta.

-Pero los microbios también son salud, no sólo hay microbios malos.

-Hay muchos más microbios buenos que malos. Pensar que solo son patógenos es quedarse con el uno por ciento de la historia. No sólo son positivos, son imprescindibles para la vida humana. En La Granda vamos a tratar el microbioma o microbiota: el conjunto de microbios que tenemos. Tenemos más células microbianas que propias. Es decir, nos habita otro organismo que debe estar equilibrado. De lo contrario habría disfunciones en la persona. Entender el microbioma es el gran campo abierto, tanto en la salud, pero también el microbioma del suelo o del aire, en cualquier ser vivo. Ahora podemos entender el conjunto de los microbios que nos habita como un ser vivo. El siguiente paso será poder emplearlo como medicamento, en lo que ya se empieza.

-Además de científico, usted también es gestor. ¿Cómo ve la recuperación del Ministerio de Ciencia?

-Siempre que haya un rótulo que diga Ministerio de Ciencia, a los científicos nos parece bien. Ahora, tenemos ya experiencia suficiente para prevenir. En las veces anteriores no ha funcionado. El que creó Zapatero en 2008 marca el estancamiento y caída de la inversión en ciencia. No es sólo el rótulo. Hace falta promover el desarrollo. En un país industrializado y moderno, la ciencia debe ser prioritaria.

-¿Falta inversión o también hay que abordar el marco legal?

-No se ha invertido lo que se debía. Estamos en menos del 1,2 % en I+D de nuestro Producto Interior Bruto (PIB) y la media europea es del dos por ciento. Hay países con una inversión del 4% del PIB. Tienen que invertir más gobierno y sector privado, aunque el gobierno también tiene capacidad legal de incentivar con sus normas. Desde 1980 a 2008 hubo un despegue y es necesario recuperarlo. Es una de las tareas del nuevo ministro Duque.

-¿Y la reforma de la universidad?

-Llevo años abogando por eso. La universidad es cerca del 70% del sistema científico español. Necesita una reforma. Tiene un sistema autogestionario que trabaja más intereses internos que para dar cuentas. Con todo, hay grupos muy buenos. Hay que cambiar la selección del profesorado, fomentar la movilidad y exigir un mayor rendimiento investigador. La reforma ya se demora demasiado tiempo.
Entrevista publicada en La Voz de Avilés-El Comercio el 2 de agosto de 2018.

Una mirada sobre el ecosistema microbiano

Todos hemos escuchado referencias a los problemas de la resistencia a los microbios. La microbióloga Teresa Coque desvela algunas claves sobre esta realidad. 



Aunque su sencillez lo impide reconocerlo, la microbióloga Teresa Coque González (Madrid, 1963) es, desde su puesto en el Hospital Universitario Ramón y Cajal, una autoridad en la Microbiología, como lo evidencian los 150 artículos publicados o los diez capítulos que lleva firmados en diferentes libros, centrada en la resistencia a los microbios. Es uno de los tres científicos españoles que pertenece al Consejo Científico Asesor de la Iniciativa de Programación Conjunta de Resistencia a los Agentes Antimicrobianos, donde ejerce la vicepresidencia. Ayer habló de ello en La Granda.
-¿La resistencia a los microbios afecta a unos países o es un problema mundial?
-Ahora mismo se entiende como un reto global en salud. Se ha identificado como un problema de salud pública cuya solución requiere la intervención de diferentes países. Se debe invertir dinero y coordinar las acciones porque, de lo contrario, no se solucionará el problema.
-¿Por qué se ha llegado a esta situación?
-Estamos haciendo una serie de cosas que desequilibran la ecología microbiana. Tenemos que comprender lo que hacemos porque esos desequilibrios aumentan el riesgo de que cojamos infecciones o transmitamos patógenos para los que no tengamos elementos con los que combatir.
-Se habla de la resistencia a los antibióticos, pero también hay problemas con desinfectantes.
-Eso se conoce desde siempre. Los patógenos son resistentes a metales pesados. Hay muchos productos antimicrobianos que usamos habitualmente. Todo lo que usas crea una selección, pero eso no significa que sea malo. Lo que supone es que un uso excesivo, que es lo que sucede en la actualidad, crea bacterias resistentes a los antibióticos, a las sustancias que utilizamos para combatirlas. Es lo que sucede en la actualidad.
-¿La respuesta llega a tiempo o nos hemos concienciado muy tarde?
-Nos hemos concienciado muy tarde. En parte porque los sistemas de comunicación han mejorado mucho. Lamentarse del pasado no sirve para nada. Tenemos que concentrarnos en el problema que tenemos que es muy grande en hospitales y también en el ambiente. Y adoptar las medidas necesarias.
-¿Por ejemplo?
-La primera es no utilizar indiscriminadamente antibióticos. No contaminar ni utilizar otro tipo de antimicrobianos como puede ser insecticidas, pesticidas, herbicidas, fertilizantes... Muchas cosas que también cambian la ecología.
-Al margen de respetar las indicaciones médicas, ¿qué comportamientos puede adoptar el ciudadano?
-Hay una campaña para concienciar sobre los antibióticos, no se puede abusar de ellos. Debemos hacer un uso racional en hospitales y primaria y no automedicarnos. Eso es lo principal. Y luego no abusar de los químicos, no tirar los fármacos a la basura, ya que contaminan y aumentan la resistencia de los microbios, desechar bien los metales pesados...
-O sea que habrá que utilizar el punto Sigre de las farmacias también para los envases.
-Sí. Todo se relaciona con la microbiología. Hay que cuidar nuestro entorno en general. Hay que hacer un uso racional de todo, incluso en un cambio de dieta.
-Es algo que afecta a todo el medio ambiente, no sólo la salud.
-Es lo que se llama salud global. Es una perspectiva: debemos considerar que tenemos una salud que afecta a los humanos, a los animales y al medio ambiente. Todo está relacionado. Cualquier cambio físico, medio ambiental afecta a nuestro microbioma, a nosotros.
-Supongo que todo esto habrá revolucionado la microbiología.
-El mundo de los microbios se conoce desde hace mucho tiempo. Antes estudiábamos un microbio, un patógeno. Las teorías de la ecología se conocen desde hace muchos años, pero no habíamos podido estudiar las comunidades de microbios, el microbioma. Ahora podemos hacerlo. Es verdad que ha cambiado nuestra visión del mundo.
-Es la vicepresidenta de un consejo científico internacional con tres investigadores españoles. ¿Esto es frecuente?
-En parte es casualidad y en parte no. España es puntera en investigación en Microbiología y hay muchos buenos microbiólogos. Se da la casualidad de que coincidimos.


Entrevista publicada en La Voz de Avilés-El Comercio el 4 de agosto de 2018.