martes, 30 de mayo de 2017

El vivero de la sanidad

No es sencillo formar a un profesional sanitario. Medicina, Enfermería, Farmacia, Bioquímica, Psicología... Son muchas las ramas universitarias que, una vez superada un grado que nunca resulta sencillo inician una especialización práctica en un centro sanitario. Casi una formación dual (con sus matizaciones) pero que aporta al sistema sanitario español la ventaja de que los nuevos especialistas conozcan, al tiempo, las características del Sistema Nacional de Salud. 
Todo esto viene a cuento de que ayer lunes, 29 de mayo de 2017, veintiún nuevos residentes se incorporaban al Área Sanitaria III. Y eso es siempre una buena noticia.

Foto: Marieta

El Hospital Universitario San Agustín (HUSA) quiere incrementar el número de especialidades con residentes. Actualmente, siete de sus servicios o secciones cuentan con residentes, además de los especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria. El objetivo es incrementar su número en dos, si bien ayer el gerente del Área Sanitaria III, Enrique González, no detalló qué departamentos son los elegidos. «Queremos planteárselo a los profesionales y que ellos decidan», comentó González.
Impartir formación de Médicos Internos Residentes (MIR) o Enfermería Internas Residentes (EIR) depende de una autorización expresa del Ministerio de Sanidad. No es sencilla de conseguir ya que el centro sanitario debe demostrar la existencia de una carga de trabajo que permita que el graduado pueda adquirir las destrezas profesionales. Además, se debe asegurar un plan de formación con sesiones clínicas y se valora positivamente la actividad de investigación y publicación en revistas especializadas.
Por esta razón, la existencia de MIR o EIR en un servicio se considera un síntoma de calidad para el servicio y también el hospital. «Tenemos pendientes varias jefaturas de servicio. Hemos hablado con un par de equipos y esperamos que ellos tomen la decisión. Recibir residentes implica a todos y ellos deben decidir», comentó González. Son varios los equipos que podrían incorporar residentes: Pediatría, Otorrino, Cardiología, Hematología o Cirugía General.
El gerente recordó que, en todo caso, el proceso no será inmediato. Una vez que los departamentos tomen la decisión, se iniciará la tramitación ante el Ministerio de Sanidad, lo que se puede alargar durante un año. Al año siguiente se podrían recibir a los residentes de las nuevas especialidades. Es decir, en mayo de 2019. Es el plazo mínimo que ayer fijó González que ayer elogió la importancia de contar con residentes en el área sanitaria.
«La presencia de los MIR y EIR nos obliga a revisar protocolos de actuación de manera constante, a organizar sesiones clínicas y a mantener una exigencia en la formación», reflexionó, «además, en la segunda parte de su formación ya representan una aportación importante para la actividad del centro».
González realizó ayer estas declaraciones después de recibir de manera oficial a los veintiún residentes (doce médicos, seis enfermeras, un farmacéutico, un bioquímico y un psicólogo) que durante esta semana se incorporan al Área Sanitaria III.
Medicina de Familia y Comunitaria es la especialidad más numerosa, ya que dispone de seis plazas para MIR y cuatro para Enfermería. Le sigue Salud Mental con cuatro residentes, pero en tres especialidades distintas: dos para Enfermería Especializada en Salud Mental, un Psicólogo Interno Residente y un Psiquiatra como MIR
Medicina Interna dispone de dos plazas para residentes. El resto de MIR se distribuyen en Digestivo, Traumatología y Neumología, cada uno con una plaza.
También existen sendos puestos de residentes de farmacéutico y bioquímico en los dos departamentos hospitalarios.
La mayor parte de los residentes son graduados por la Universidad de Oviedo, en concreto quince personas, incluyendo dos graduadas por la Escuela de Enfermería de Gijón y otras dos por la de Oviedo. La Universidad de Santiago de Compostela cuenta con dos titulados, al igual que Salamanca. También accede un graduado de la Universidad de León y una persona licenciada Ecuador. A partir de esta semana iniciarán una estancia en el Área Sanitaria III, cuya duración varía en función de la especialidad. En Enfermería, la residencia se alarga durante dos años mientras que en el resto de especialidades oscila entre cuatro y cinco años.
«Sed esponjas»
En estos primeros días, los nuevos residentes reciben unas sesiones generales donde se detallan las características del Área Sanitaria III y el Hospital Universitario donde vivirán una parte importante de su formación. Posteriormente, se incorporarán a los diferentes servicios.
El gerente del Área Sanitaria III, junto con todos los integrantes de su equipo, dieron la bienvenida a los profesionales. Enrique González elogió la formación recibida y destacó que se incorporaban a una organización donde la tendencia es incrementar la integración entre los dos niveles asistenciales (Primaria y Especializada).
Enrique González también les recordó la naturaleza pública de la institución, lo cual condicionaba numerosas normas de trabajo. De igual manera, señaló que sus destrezas tecnológicas en el entorno profesional no impedía que «deban aprender una sistemática de trabajo, sencilla, pero que deben respetar».
También aludió al cambio en la relación con los pacientes, ratificados por las nuevas normativas legales que refuerzan sus derechos, la confidencialidad y la necesidad de una mayor información de los procesos y dolencias de cada persona. «Es una mayor exigencia que la que tuvimos nosotros al comenzar nuestra formación», reconoció.
Enrique González también les recordó la complejidad interna de una organización como las dedicadas a la asistencia sanitaria. «En Avilés trabajan cerca de dos mil personas y existen muchas categorías y condiciones sociales diferentes. Es necesario respetar la posición de cada uno. Desde el celador al jefe de servicio más cualificado, todos tienen una función necesaria. Respetadlas».
Por último, González animó a los residentes a «ser esponjas y aprender de todo y de todos, que no quede ninguna pregunta en el tintero», recordando «la importancia de Enfermería, que os enseñará muchas cosas del manejo de los pacientes y de la organización».

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 30 de mayo de 2017

miércoles, 24 de mayo de 2017

Cuidar a quienes cuidan

Que la vida es muy dura, lo sabe Rafael Tarsicio López (@RafaTarsicio) en primera persona. También en primera persona conoce que en nuestras manos se encuentra la diferencia. Por eso protagonizó la conferencia principal con la que el Área Sanitaria III celebró el 12 de mayo de 2017 el Día Mundial de la Enfermería.
Foto: Marieta

Su mujer murió tras el nacimiento de su hijo con una enfermedad crónica. ¿Cómo marcó eso su vivencia de la enfermería?
Muchísimo. Yo era un enfermero muy joven, apasionado con las técnicas. Como decimos en el sur, muy cañero. Mi hijo ingresó en la UVI de Neonatos donde yo trabajaba y mi mujer murió en la UVI en la que ella trabajaba, en Talavera de la Reina. Todos nuestros cuidados no sirvieron para salvarle la vida. Fue un momento muy duro. Entonces decidí no trabajar más. Podía vivir con mi pensión de viudedad y cuidar al pequeño, que lo necesita. Fueron momentos muy duros.
Pero sigue en activo. ¿Qué pasó?
Bueno, ya no cuido a la gente. Cuido a los que cuidan a las personas. Después de la muerte de mi mujer decidí regresar a Huelva, a mi tierra, con mis padres. Se había convocado un concurso y logré la plaza, pero pedí la excedencia maternal.
¿Qué sucedió?
Catalina Barrientos, que entonces dirigía el Hospital Juan Ramón Jiménez, me la negó y me pidió que trabajase. Me dijo que no podía cuidar, podía cuidar a los que cuidaban. Acepté, pero le dije que quería libertad. Descubrí la gestión y comencé a aplicar lo que había vivido.
¿Por ejemplo?
En Talavera había acompañado a mi mujer todo el tiempo en la UVI. Pero era una excepción por ser personal sanitario. En el Juan Ramón Jiménez, sólo dejábamos que los padres estuviesen cinco minutos en la UVI de Neonatos. La abrimos de forma permanente.
¿Qué sucedió?
Cambió la forma de trabajar, porque tenías a los padres ahí, auditándote permanentemente, cambió la relación con las familias. Lo que antes eran quejas se convirtieron en elogios. Después elaboramos un plan de humanización para el área pediátrica y, a los tres años, recibíamos el premio nacional al hospital optimista. Seguimos haciendo lo que sabemos, que es cuidar a los niños, pero las relaciones personales han mejorado.
Usted reivindica la misión del enfermero como cuidador. ¿Se ha perdido?
No. Cuando tenía 16 años y no sabía qué estudiar, una vecina me dijo que si quería ver puntas de narices, que estudiase Medicina, pero si quería cuidar a personas, que fuese enfermero. Eso está en todos. No somos enfermos por prestigio social, por dinero o por las vacaciones. Nos fascinó el avance como profesión, el avance científico y olvidamos la esencia, pero sigue ahí.
Su planteamiento implica riesgos emocionales para la Enfermería.
Muchas veces, al atender al paciente apagamos el botón de la empatía para no generar emociones. Es necesario saber gestionar las emociones de cada uno. Aunque eso es trabajo de los gestores.
¿Cómo hace usted?
Es necesario saber escuchar a la persona. Cada uno necesita una atención diferente. Si le gusta la investigación, apoya a esa persona, dale facilidades; otros quieren más facilidades para compaginar su vida profesional y personal. Hay que darle la respuesta adecuada.
Dijo que no le gusta el término humanizar.
Me chirría. Pero lo uso porque si no me riñen. Trabajamos con humanos y nuestra realidad es que somos personas tratando a personas. En Pediatría es más fácil verlo que con los pacientes adultos.

Publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 12 de mayo de 2017

martes, 23 de mayo de 2017

El comienzo del cambio

La teoría del caos señala que el aleteo de una mariposa en una parte del planeta puede provocar un huracán en la otra, aunque nunca se haya documentado la capacidad del lepidóptero. Sin embargo, la enfermera Sonia Pastor Montero, ha demostrado que el nacimiento de un bebé muerto no sólo es una tragedia para su familia. También puede representar un punto de cambio para un hospital. Ella lo vivió en el Hospital de Montilla, Córdoba, donde trabaja como enfermera pediátrica, con una investigación que le concedió uno de los primeros doctorados en Enfermería de España. Hablamos con ella en Avilés.

Foto: Marieta

-¿Cómo surge la investigación?
-En la práctica clínica, algunas veces nos tenemos que enfrentar a la muerte intraútero a término. Sucede pocas veces, es rara, pero cuando nos enfrentamos a ella es un momento muy duro. Como profesional ,y también como madre, me pregunté sobre esa mamá: cómo vive la pérdida de su hijo, el parto, su duelo y si los profesionales respondemos adecuadamente a esas situaciones.
-¿Y la respuesta?
-Se organizó en dos proyectos de investigación financiados por la consejería de Salud de la Junta de Andalucía. Su desarrollo fueron la base de mi tesis doctoral. Alcanzamos diferentes conclusiones. Para los padres, la pérdida de ese bebé es la pérdida de un hijo real y demandan una mejor respuesta ante esa situación. Los profesionales se quejaban por la falta de recursos.
-¿Existe tanta preocupación por la curación que nos olvidamos de la muerte?
-No sé si es eso. En el área Materno-Infantil todo se enfoca a que el bebé vendrá sano y vivo. Este tipo de eventos no son habituales.
-¿La investigación ofreció resultados prácticos?
-Sí. En el Hospital de Montilla aplicamos varias propuestas para mejorar nuestra calidad asistencial. Los profesionales analizamos la pérdida perinatal para reflexionar sobre lo que ocurría y trazar estrategias. De esa manera se elaboró un manual de buenas prácticas. También se consultó con las familias.
-¿Puede poner algún ejemplo?
-Se creó el cuarto de la despedida para que los padres y el resto de la familia, incluso los hermanos, pudieran despedirse del bebé. Están el tiempo que necesiten, sin límites. También pueden disponer del cuerpo del bebé con independencia de la semana de gestación. Otra idea fue facilitar que elaborasen recuerdos: desde tomar fotos a hacer huellas de sus pies, de las manos, incluso guardar un mechón del pelo si lo quieren.
-¿Y para los profesionales?
-Cuando una mamá se encuentra en esa situación, en su identificación aparece dibujada una mariposa. Toda la plantilla sabe que se encuentran ante una pérdida y, de esa manera, pueden actuar en consecuencia, sabiendo el momento que atraviesan. Date cuenta que en Maternidad lo habitual es que los profesionales entren en la habitación animando a la mujer, preguntando por la alegría de la casa. Y si lo que se trata es de una pérdida perinatal no es lo más adecuado y le puede generar más dolor.
-Su experiencia afectó a la Maternidad del Hospital, ¿pero repercutió en otros servicios?
-Sí. En la Unidad de Cuidados Intensivos para Adultos se adaptaron algunas ideas. Así se empezó a poner una señal especial en las identificaciones de los casos más graves para que todo el equipo conociese la situación en la que se encontraba y evitar errores en el trato con el paciente y la familia. En todo el hospital se notaron cambios.
-¿La dirección apoyó el proyecto?
-Totalmente. La dirección de Enfermería fue un estímulo para el proyecto. Poder elaborar un protocolo e implantarlo nos dio visibilidad ante el hospital. Incluso yo estuve un mes liberada de mis funciones asistenciales para poder elaborar el protocolo. El respaldo fue total.

Publicado en La Voz de Avilés el 20 de mayo de 2017.

lunes, 15 de mayo de 2017

Saber cuidarse, saber vivir


El paciente crónico lo es durante toda su vida. Es una obviedad pero con frecuencia olvidamos lo obvio. De ahí la importancia de los programas para mejorar el autocuidado, que no deja de ser su manera vivir. El Principado de Asturias ha iniciado un programa para que los pacientes crónicos den ese paso adelante, tomen las riendas de su enfermedad.
Aunque la iniciativa es de ámbito regional, mi información se centra en mi zona de trabajo: el Área Sanitaria III, Avilés. El artículo se completa con las entrevistas a Encarnación Fernández, coordinadora del programa, y Guillermo Lucena y Pilar Plaza, dos pacientes-monitores.

Encarna Fernández Fernández, coordinadora del programa.


La asistencia sanitaria atraviesa en la actualidad un profundo cambio de modelo. No sólo se trata de avances técnicos, de nuevos medicamentos, de la aplicación de las nuevas tecnologías. La suma de todos estos desarrollos y la propia evolución de la sociedad se traduce en un nuevo paradigma en la relación entre el paciente y los profesionales, en una nueva manera de vivir la enfermedad.
Un colectivo que ya vive esta transformación son los pacientes crónicos. En una población de 151.059 personas, el Área Sanitaria III cuenta con 60.760 enfermedades crónicas censadas en mayores de catorce años, indica Encarna Fernández Fernández, coordinadora de Continuidad de Cuidados de Enfermería en Atención Primaria. Aunque es frecuente que alguna persona sufra más de una dolencia crónica, el dato evidencia su peso en la asistencia sanitaria.

El mayor número de diagnósticos corresponde a la hipertensión (29.112 casos), seguido por la diabetes (11.619), cardiopatías (4.672), enfermedad pulmonar obstructiva crónica (2.059) y alcoholismo (1.738 casos). A ello se añaden 11.560 casos de obesidad con una clara repercusión en otras patologías como pueden ser hipertensos o diabéticos.
La existencia de la enfermedad crónica supone un cambio sustancial en la vida de la persona. El enfermo lo es las 24 horas del día, pero en otra patología (una gripe, una lesión muscular, un hueso roto) existe una convalecencia antes de recuperar la vida sin enfermedad. Sin embargo, el paciente crónico necesita un autocuidado que, por definición, es constante.

No es una idea nueva en la atención sanitaria, pero se ha modificado el modelo para pasar de una relación en la que desde la consulta médica o de enfermería se indicaban una serie de consejos, y en ocasiones con un lenguaje distante y difícilmente comprensible, para buscar un modelo donde el paciente asuma un mayor protagonismo, sea un agente activo en su salud y no sólo un elemento pasivo.
Desde 2012
Este cambio de orientación se oficializa hace cinco años, cuando el Ministerio de Sanidad presenta una estrategia de abordaje de la enfermedad crónica en la que se sientan las bases para ese nuevo papel del paciente crónico, según recuerda Encarna Fernández. Esta tendencia se refuerza legalmente con la Ley de Autonomía del Paciente.
En Asturias, la Consejería de Sanidad ha respondido a esta necesidad a través de la denominada Escuela de Pacientes, una iniciativa conjunta de la Dirección de Salud Pública y el Servicio de Salud del Principado de Asturias. Bajo el nombre de Programa de Paciente Activo se aplica en Asturias un método de trabajo elaborado y acreditado por la Universidad de Stanford, Estados Unidos.
El objetivo es facilitar explicaciones sobre como cuidarse entre personas iguales. «No se trata de sustituir al profesional sanitario para indicar lo que se debe hacer ante una determinada enfermedad; el objetivo es transmitir buenas experiencias en el manejo de una dolencia por personas que la viven en el día a día», explica Encarna Fernández.
En la aplicación del programa se realiza en dos fases. En una primera, se forma a los líderes o monitores. Son pacientes crónicos que han participado en algún tipo de actividad formativa. Posteriormente, se les ofrece la posibilidad de participar en la formación, que imparten profesores acreditados por la Universidad de Stanford.
Una vez superado, los pacientes reciben una acreditación para aplicar el método de Stanford y podrán impartir talleres dirigidos a otros enfermos crónicos. Cada uno se dirige a entre quince y veinte personas, con una duración de seis semanas. Cada semana se celebrará un encuentro de dos horas y media, siempre con contenidos estructurados.
Desde entonces, en Asturias se han beneficiado de este programa 1.300 pacientes, formando a 205 monitores. En el Área Sanitaria de Avilés, el programa se coordina desde la Dirección de Gestión de Cuidados y Enfermería. Hasta la fecha, se han realizado 20 talleres en los diferentes concejos por los que han pasado 373 pacientes. Además, se han formado a veinte personas para ejercer la función de liderazgo.


Información publicada en La Voz de Avilés-El Comercio el 15 de mayo de 2017