lunes, 24 de junio de 2019

Hablando de Salud Mental

El congreso avilesino sobre los Equipos de Tratamiento Asertivo Comunitario (ETAC), el Modelo Avilés, son un clásico. Y para abrirlo, no podía faltar una conversación con el doctor Juan José Martínez Jambrina.




La mayor parte de la carrera profesional del doctor Juan José Martínez Jambrina (Zamora, 1964) se ha desarrollado en Avilés, vinculada al equipo de tratamiento asertivo comunitario (ETAC), que cumple veinte años desde su creación. Los próximos jueves y viernes, 27 y 28, Avilés acogerá el congreso nacional sobre ETAC, en realidad una cumbre internacional para reflexionar sobre el abordaje de la enfermedad mental grave que supera los 150 inscritos.
-Se cumplen veinte años de la creación del ETAC. ¿Qué balance hace?
-El objetivo principal era mejorar la atención a los pacientes más graves que empezaban a afrontar una vida en su domicilio después de la reforma psiquiátrica de 1986 y el cierre del psiquiátrico. En diez, doce años, del antiguo hospital psiquiátrico salen entre 800 y 900 pacientes. Se crearon una serie de estructuras para atenderlos, pero, como todos sabemos, la reforma tuvo sus éxitos y sus insuficiencias y contradicciones.
-¿Puede concretarlas?
-La reforma se hizo para un grupo de pacientes que eran los que quedaban más desatendidos. Con los enfermos mentales, sobre todo los más graves, nos pasa la paradoja que cuando más graves están, su conciencia de enfermedad es menor. En el resto de patologías, cuando el paciente se encuentra peor, demanda más atención, pero una persona que alucina no tiene una idea de su enfermedad. Eso complica mucho la asistencia porque en esos momentos en lugar de buscar la atención se aleja de los dispositivos.
-¿Hubo algún déficit más?
-Por ejemplo, en las unidades de agudos reingresaban constantemente pacientes con recaídas frecuentes. Fallaba la continuidad de cuidados. Fue uno de los motivos para crear el ETAC, nuestro objetivo era disminuir las recaídas, hospitalizaciones, suicidios de enfermos graves e internamientos en contra de su voluntad.
-Eso se logró.
-Sí. Pero en nuestro ETAC y en todos los ETAC. El descubrimiento principal ha sido que el lugar con una mayor potencia para el tratamiento y donde más se respeta el derecho a los pacientes es su domicilio. Allí el paciente es el dueño y controla la situación. Y la intervención alcanza su mayor efectividad.
-¿Y el gran éxito de la reforma?
-Acabar con la estigmatización y alejamiento de su medio habitual de los pacientes. En la enfermedad mental grave existe una base orgánica, pero también afecta al pensamiento y el lenguaje, que son dos cuestiones básicas para la vida social. Si tenemos que recuperar la vida social, se debe recuperar donde se mantienen. Y no es en un hospital cerrados y aislados. El hospital garantizaba la subsistencia física del individuo, pero anulaba en sus derechos de ciudadanía y capacidad de recuperación porque lo apartaba de su círculo familiar y de amistades.
-El congreso llega a su edición dieciséis. ¿Se pensaba llegar aquí?
-No. Pensábamos en hacer un primer congreso y ver cómo salíamos de él. Ni con el segundo ni el tercero. A partir del décimo ves que la cuestión ya está consolidada.
-¿Cómo surge ese primer congreso?
-Veíamos que la experiencia de Avilés iba bien y quisimos hacer un llamamiento para reflexionar entre todos y compartir. Buscamos hacer una masa de gente que pudiese sostener los ETAC.
-En un congreso un ponente afirmó que, si fuese enfermo mental, lo querría ser en Trieste, la referencia europea de ETAC, o en Avilés. ¿Sigue Avilés en ese nivel?
-Sí. En Avilés se garantiza una buena atención al paciente, además de respeto a derechos y principios éticos a los pacientes. También es verdad que se han incorporado más ciudades a los ETAC y que a nosotros nos queda por crecer. Igual que Trieste. Es verdad que hay puntos estratégicos en Europa: Trieste, Lille y también puede ser Avilés.
-En el congreso de esta semana se abordará la atención a los enfermos sin hogar. ¿Cuál es la situación en Avilés?
-Ahora mismo estamos poniendo en marcha un equipo pionero de intervención en crisis. Ahora solo tenemos un 50% del equipo y, una vez que se complete, pondremos en marcha un equipo de atención a las personas sin hogar con patología psiquiátrica. Aquí siempre tenemos el debate de si ser un sin hogar es una etiqueta psiquiátrica y no, es social.
-Desde el mundo del trabajo social se comentan que no saben si la enfermedad mental lleva a la calle o vivir sin hogar la crea. ¿Cómo es la relación entre ambos?
-En el 50 ó 60% de los casos es el fracaso económico lo que provoca que la persona carezca de hogar. Luego hay otras situaciones de trastornos de la personalidad o por consumos de sustancias que provocan que la persona esté sin hogar. Pero viendo su biografía se puede conocer perfectamente. Pero lo que debemos ser es asertivos, intervenir cuando una persona tiene una crisis.
-Cuando se crea el tratamiento asertivo comunitario no existía la actual sociedad de la información. ¿Cómo les afecta?
-Más bien poco. Es uno de los pocos campos de la medicina donde tienen menos impacto. Nos beneficiamos muy poco de las herramientas digitales. De cada cien apps para diagnóstico precoz, 95 no sirven para nada.
-¿Y cómo influye la sociedad digital en las patologías?
-Aparecen unos casos y desaparecen otros. Las redes sociales crean grupos de ayuda a personas que estaban solas. Hay casos, pero son mínimos, que se precipitan por el uso de redes sociales. Otra cosa es las patologías adictivas, que están ahí, por la dependencia de las redes sociales. Pero no aumentaron las enfermedades graves.

Entrevista publicada en La Voz de Avilés-El Comercio 
el 23 de junio de 2019