martes, 28 de diciembre de 2021

James Webb camina hacia su casa

 

 Fuente: Nasa, recreación artística de D. Ducros



La gran noticia del día de Navidad fue el lanzamiento del telescopio James Webb. Es el fruto de una barbaridad de millones, algo más de 9.000 millones de dólares y que es el resultado de catorce años de trabajo entre tres agencias espaciales: la estadounidense (NASA), la europea (ESA) y la canadiense (CSA), las tres con sus siglas en inglés. 
Con esos datos es fácil imaginar la cantidad de talento y trabajo detrás de esta gran obra de ingeniería humana y donde los científicos españoles han realizado una gran aportación a través del Centro de Astrobiología. En concreto se han implicado en dos de los cuatro grandes equipos de observación. Es el caso del espectrógrafo que permitirá analizar la luz infrarroja con gran sensibilidad (, el equipo se llama NIRSpec, por sus siglas en inglés). La otra joya es el MIRI (por sus siglas en inglés), dedicado a analizar los infrarrojos térmicos, una tecnología que, por primera vez llegará al espacio.
El día veinticinco de diciembre iniciaba un viaje de un mes que lo llevará a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Entre mediados de enero y febrero, llegará a punto donde se desplegará completamente y se convertirá en el objeto que la humanidad haya puesto en órbita más lejos hasta la fecha. En el momento de escribir estas líneas ya ha recorrido un 34% de su destino. Para facilitar el seguimiento de la misión, la NASA ha creado la web ¿Dónde está Webb? para tener información sobre la misión.
Si hasta la fecha, el telescopio espacial Hubble ha permitido un salto espectacular en la investigación del cosmos, esta nueva proeza permitirá un salto aún mayor. Dispone de tecnología para observar infrarrojos, algo de lo que carecía el Hubble. Además, frente a los 2,4 metros de espejo de éste, el Webb contará con 6,5 metros, lo que permitirá aumentar su capacidad de observación. Si todo sale bien, podrán escribirse grandes páginas en la astronomía.



Fuente: Nasa




Con todo, el proyecto tiene muchísimos riesgos. Los más importante es que, por su situación, no podrá ser reparado. Se confía en que su vida útil se alargue unos diez años. Los técnicos han previsto todas las posibles averías, pero cuando alcance su órbita, Webb estará solo. Todo un reto para un aparato que, con su nombre, homenajea al segundo administrador de la NASA.


Fuentes consultadas:


Corregido posteriormente el 29/12/2021