lunes, 24 de septiembre de 2018

Cuidado con la alimentación

Aunque siempre hubo gordos y flacos, las cifras evidencian una creciente ola de obesidad ya desde la infancia. Es un problema y muy serio por las consecuencias en la salud personal y sus derivadas hacia el sistema general. Los pediatras están muy atentos ante esta situación.


Desayuno saludable en el Colegio de La Carriona. Foto: Marieta


«La obesidad infantil no es una enfermedad, pero puede ser un problema para la asistencia sanitaria y obliga a tomar medidas. El Principado es consciente de ello y está trabajando muy seriamente». Son palabras del doctor José Ignacio Pérez Candás, pediatra en el Centro de Salud de Sabugo, y que junto con Begoña Domínguez Aurrecoechea, Ángeles Ordóñez Alonso, Manuela Sánchez Echenique, Josu del Frade Osinaga y Encarnación Díaz Estrada ha analizado la evolución de los parámetros de sobrepeso y obesidad entre 2012 y 2017 según las historias de Atención Primaria recogidas en el informe Estado de la Nutrición Infantil en Asturias (ESNUPI-AS). El pasado mes de mayo se presentó en el congreso de la Asociación Asturiana de Pediatría de Atención Primaria.
Las conclusiones evidencian el alcance de la realidad: no se han producido variaciones estadísticamente significativas. Los datos evidencian diferencias entre zonas básicas de salud en un mismo concejo. La conclusiones del estudio aconsejan trabajar en ellas. José Ignacio Pérez Candás asegura que se ha hecho; permitiendo fijar estrategias adecuadas a cada territorio.
En el caso de Avilés, la foto de 2017 refleja casi el mismo paisaje de 2012. «En el caso de exceso de peso, disminuye de 29,6 por ciento a 28,3% en el grupo de cero a cuatro años; de cinco a nueve años pasa de 40,5 a 39,3 y aumenta en los niños de diez a catorce años al ir de 41,9 por ciento en 2012 al 42,2% en 2017. Son variaciones de décimas, no son significativas».
En el caso de los menores con obesidad, se repite la tendencia. Los cambios son de décimas, como también en los niños con obesidad severa, con subidas y bajadas según el rango de edad.
Los datos no desaniman a los pediatras, sino que los animan a trabajar. También al Principado que ha creado una comisión específica para diseñar actuaciones. El doctor José Ignacio Pérez Candás ha sido uno de sus integrantes. «Es un documento muy ambicioso, que fija numerosas líneas con actuaciones que deberá ejecutar el gobierno», apunta.
Y es que luchar contra la obesidad no resulta nada sencillo. «Los gramos se cogen muy bien, uno a uno; pero desprenderse de ellos no resulta nada sencillo», comenta con aire de broma el doctor Candás. Además, en los últimos años la evidencia científica está cambiando todas las pautas sobre alimentación.
«Ahora mismo, sólo tenemos tres certezas sobre la alimentación en el primer año de vida», subraya el pediatra. «La primera es que la lactancia materna es fundamental en los seis primeros meses, no he localizado ningún caso de obesidad en bebés alimentados en exclusiva con lactancia materna en los seis primeros meses de vida y con ayuda hasta los dos años o más. La segunda certeza es que a partir del sexto mes pueden comenzar a complementar la lactancia con otros alimentos y que la leche de vaca entera puede darse después del primer año de vida».

«Más actividad física»

A partir de ahí, se suceden debates y controversias, aunque existen factores en los que todo el mundo coincide, pero que requieren de matizaciones. Como sucede con la actividad física.
«La actividad física es necesaria, pero muchas familias lo relacionan sólo con el deporte y, con frecuencia, el deporte de competición; lo que genera muchos problemas a los niños», asegura el doctor Candás. La actividad física implica poder jugar en la calle frente a las horas de televisión; ir caminando al colegio frente al transporte privado... «El sedentarismo es un gran problema. Las ciudades no invitan a los niños a salir a moverse y hay que fomentarlo», comenta.
Pero el gran reto es la alimentación. «Es una paradoja, pero la increíble oferta de alimentos de la actualidad hace que estemos peor nutridos. Existe un exceso de alimentos azucarados; no sólo hablo de refrescos, hemos encontrado papillas infantiles azucaradas, que los pediatras hemos denunciado. Existe una tendencia a comer más de la cuenta y, sobre todo, lo que engorda», denuncia.
¿Cómo debe ser la dieta? «La evidencia científica está cambiando todo. Se ha dado mucha importancia a la leche; pero ahora se sabe que con un vaso diario y un yogur es suficiente; las proteínas diarias de la carne o el pescado deben ocupar el espacio de un puño de un niño o un adulto».
Para las frutas, hortalizas y verduras no hay límite. Como tampoco para los huevos. «No hay que tener miedo. Se pueden comer todos los días», comenta Pérez Candás.
Los cambios no sólo terminan ahí. «Antes, los pediatras fijaban un orden de introducción de los alimentos tras la lactancia materna, pero eso ha muerto. Cada familia debe seguir su ritmo, sus pautas», asegura. El nuevo paradigma apunta la necesidad de que «cuando el niño se sienta en la trona, ya se le puede facilitar alimentos adecuados, para que mastique poco a poco», comenta. En todo ese proceso, no hay que olvidar el sentido común. «Se empieza con una naranja, pan, manzana cortada. No puedes darle frutos secos, pero el resto de alimentos puede probar poco a poco; que vaya masticando y conociendo sabores».
Y es que en una sociedad cada vez más multicultural «es imposible fijar una pauta. Además, los estudios sobre alimentación de la OMS han terminado con el concepto de etnia, demuestran que los niños crecen de la misma manera si se alimentan bien. Los retrasos en el crecimiento se debe a las hambrunas», asegura el doctor Candás.
«En el fondo estamos hablamos de cambiar de hábitos y no resulta sencillo. Por ejemplo, en Asturias nos gusta 'cebar', pero si el bebé no quiere más biberón, no se le da. Hay que dejarse guiar por ellos», apunta. Otra idea que comienza a transformarse es el concepto de desayuno como la comida más importante de la jornada. «Cada uno necesita determinados alimentos a lo largo del día y lo importante es tenerlos cuando los requiera. Igual no quiere desayunar porque está lleno de la cena. Ya no se considera tan importante», indica.
Y aparecen nuevos factores en el desafío, como los elementos ambientales, los llamados disruptores endocrinos que favorecen la obesidad o la repercusión de los insecticidas. «Aunque es menos importante, los estudios demuestran que no es saludable calentar la comida en recipientes plásticos o ciertos revestimientos que se utilizan para cocinar. Hay que modificar esa costumbre e ir cambiándolos poco a poco», concluye Pérez Candás convencido de la necesidad de educar y asesorar a las familias.
Artículo publicado en La Voz de Avilés-El Comercio 
el 24 de septiembre de 2018.

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