martes, 27 de marzo de 2018

Las batallas ganadas contra el cáncer

La guerra contra el cáncer no se ganará, pero en el esfuerzo por reducir la mortalidad se ganan pequeñas batallas, como esta protagonizada por los patólogos del Hospital Universitario San Agustín. Es un artículo antiguo, pero, salvando los detalles temporales, sigue vigente en lo sustancial. 


Por la izquierda, Eduardo Iglesias, Juan Carrera, José María Alonso de la Campa y María Victoria Venta.
Foto: Marieta.


Son los ojos de ginecólogos, cirujanos y oncólogos, de cualquier especialidad que necesite saber la naturaleza de un tejido que se encuentra en el cuerpo humano. Sin contacto directo con el paciente, los avances de Anatomía Patológica transcurren en paralelo al desarrollo de la medicina moderna, según recuerda Eduardo Iglesias García, jefe del servicio de Anatomía Patológica en el Hospital Universitario San Agustín (HUSA).
Una mejora permanente de las técnicas que se traduce en una mayor exactitud en sus diagnósticos y aumentar su capacidad de trabajo aunque, como recuerda el doctor Iglesias, «en Medicina nunca se puede decir que has logrado algo al 100%». Uno de los últimos avances incorporados al HUSA es el sistema de lectura automatizada para la citología ginecológica y donde se examinan todas las pruebas de este tipo del Área Sanitaria III y de Jarrio.
Junto con los equipos disponibles de patología molecular para detectar el virus del papiloma humano permite que se tenga uno de los niveles más altos posibles para la detección precoz del cáncer de cérvix en Asturias. «Aquí se hace un seguimiento del 20% de las mujeres asturianas», remarca el jefe del servicio. La combinación de ambas técnicas hace muy posible que las células malignas no se escapen del escrutinio de los patólogos.
Junto con los equipos disponibles de patología molecular para detectar el virus del papiloma humano permite que se tenga uno de los niveles más altos posibles para la detección precoz del cáncer de cérvix en Asturias. «Aquí se hace un seguimiento del 20% de las mujeres asturianas», remarca el jefe del servicio. La combinación de ambas técnicas hace muy posible que las células malignas no se escapen del escrutinio de los patólogos.
«En una preparación existen miles de células. El sistema identifica todas aquellas donde existan alteraciones que merecen ser estudiadas por el patólogo», explica Eduardo Iglesias. Cuando aparece algo sospechoso, el sistema avisa al especialista para que la revise. «De esta manera ganamos capacidad de respuesta porque podemos analizar muchas más citologías que si fuésemos una a una», comenta el jefe del servicio.
Además, los patólogos revisan pruebas que pasaron la comprobación automática sin ninguna alerta. «Es una verificación de calidad, para comprobar que no hay fallos», explica.
Al año se examinan unas 8.000 citologías ginecológicas. La mayor parte de Avilés, unas 6.000 y el resto se aportan desde el Hospital de Jarrio. «Es muy importante, porque permite asumir el coste de esta tecnología. De no alcanzar esa cifra, sería muy difícil disponer de estas técnicas en el San Agustín», explica el jefe del servicio.
Aumentan las biopsias
Pero el doctor Iglesias no olvida las biopsias, la estrella del servicio con más de 8.000 pruebas realizadas al año y que van al alza por su generalización en todos los servicios. «En 2005 hicimos 6.654 y el año pasado 8.535. En diez años crecimos un 20%. Este año, en septiembre ya superamos las 8.200. Es la tendencia de todos los hospitales», asevera el doctor Iglesias en una tendencia que demuestra la pujanza de la especialidad.
También contribuye a ella la «punción-aspiración», una técnica que permite obtener de cualquier órgano una pequeña muestra de tejido celular para su estudio. «Este año creceremos un 12%. En 2015 hicimos 1.132 y, a septiembre de 2016, llevamos 1.095», explica el patólogo.
El servicio de radiodiagnóstico se encarga de la extracción y, gracias a agujas cada vez más finas, se puede acceder a cualquier tejido. El doctor Iglesias también señala que los avances de la especialidad permiten efectuar analíticas cada vez más exactas con muestras más pequeñas.
Los patólogos se encargan además de las autopsias clínicas, llamadas así para diferenciarlas de las judiciales, que realizan los forenses en otro ámbito. En este caso, su finalidad es mejorar el conocimiento al disponer de una mayor información de las causas del fallecimiento, además de ayudar a la formación de nuevos médicos.
«La realización de la autopsia también ha evolucionado mucho. Ahora cada vez se emplea más la resonancia, el TAC. Facilitan mucha información y son muy importantes», señala Iglesias. La realización de la autopsia obliga a disponer de la autorización de la familia y sólo se solicita cuando, en criterio de los especialistas, existen argumentos científicos o docentes. El Hospital Universitario San Agustín cuenta con una comisión de trabajo específica con este cometido. «Al año realizamos entre 25 y 30 autopsias, es una cifra alta para un hospital comarcal, pero la mitad de las que necesitaríamos, sobre todo pensando en la formación», explica.

Artículo publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el 23 de octubre de 2016

miércoles, 7 de marzo de 2018

El peligro de los opiáceos

Entrevistar a un cubano siempre implica riesgos: te puedes quedar sin batería. O que te cuente mucho, pero no te diga nada. Con el doctor Luis Carlos Silva sucedió todo lo contrario. Un tipo excepcional, con un doctorado en Matemáticas por la Universidad de Praga y, posteriormente, otro en Salud en la Universidad de La Habana. Fue un placer escucharle, aunque inquieta su reflexión sobre el fentanilo, del que ya había leído algo en el XL Semanal


El doctor Luis Carlos Silva. Foto: Marieta
Uruguayo de nacimiento y cubano de adopción, el profesor Luis Carlos Silva (DuraznoUruguay; 1951) lleva toda su vida uniendo matemáticas y salud pública, siendo una referencia para los investigadores en el campo de la epidemiología. Este experto llega a Avilés para impartir un seminario sobre el enfoque bayesiano de la epidemiología en el Hospital Universitario San Agustín. LA VOZ conversó con él sobre otros temas de su interés como las epidemias.
-En Estados Unidos, el seguimiento de una epidemia de gripe fue más eficaz por Google que por la declaración de casos. ¿Estamos en una nueva era de la epidemiología?
-Radicalmente no. Efectivamente, Google Trends consiguió anticiparse al Centro de Control de Enfermedades en el vaticinio de una epidemia de gripe y su distribución. Abrió una gran expectativa, pero poco tiempo después el modelo fracasó.
-¿Por qué?
-Si en un enclave se produce una muerte por gripe y se difunde en la prensa, muchas personas entran en Google a buscar información. Pero no por la existencia de la enfermedad, sino por el morbo mediático. Sucedió dos años después de aquel éxito clamoroso.
-¿Los modelos de análisis de epidemiología tienen capacidad de asumir el Big Data?
-Se llegó a creer que podía suprimir los modelos de análisis, pero no. El Big Data es una maravilla para el desarrollo de protocolos de actuaciones, como las traducciones.
-En Europa sufrimos una epidemia de gripe que no tuvo lugar.
-Fue una epidemia de pánico inducida por las grandes farmacéuticas. Una farmacéutica hizo el negocio más grande de la historia vendiendo humo primero y, luego, el Tamiflu y Relenza. En mi opinión, España cayó en esa trampa. Todavía hay grandes reservas de esos medicamentos, incluso en instalaciones militares.
-¿Puede repetirse?
-Desde luego. Esa epidemia fue inducida por una dinámica que no ha cesado. Aquello fue una pandemia de pánico porque no cesaba de anunciarse una epidemia con millones de muertos por la gripe porcina.
-Y en término reales, ¿cual es la próxima epidemia?
-Un riesgo real para España es el consumo de opiáceos, especialmente fentanilo, como se produce en Estados Unidos. Es algo pavoroso. En los últimos diecinueve años, desde que empezaron a recetarse han muerto más personas en EE UU por fentanilo que en la Guerra de Vietnam. En estos momentos es una verdadera emergencia nacional.
-¿Por qué va a suceder si son sistemas sanitarios diferentes?
-Se repite el mismo esquema que en Estados Unidos. La mayoría de las personas que mueren, primero se hacen adictos. Reciben dosis para dolencias para las que no están pensadas, incluso un dolor de muelas. Es la misma campaña de las farmacéuticas que en América, por las que alguna están siendo juzgadas en cincuenta ciudades de EE UU. El informe del Ministerio de Sanidad del mes pasado muestra como en los últimos siete años se ha doblado las prescripciones de opiáceos. Si eres un adicto acabas asaltando una farmacia o caes en las redes de los cárteles. Es una sustancia muy cara y se regala durante un cierto tiempo para que caigas en ella.
-Suena a película.
-Sé que está pasando en España. Las farmacéuticas están dando dando millonadas a las sociedades de neurólogos, de traumátologos...
-Le preocupa la desigualdad, ¿pero no es mayor peligro la ignorancia que alimenta a curanderos?
-La ignorancia es un desafío como es la desigualdad, pero más rebelde porque la gente opta por lo más colorido, lo esotérico. Yo, más que ignorancia, lo llamaría incultura científica. La desigualdad es más abarcadora. Afecta a todos, también a los privilegiados.
-¿Cómo, si cuentan con recursos?
-Están protegidos, pero entre comillas. La protección la ofrece la sociedad, no un sistema que, incluso, te puede recetar productos que te convierten en un adicto como un opiáceo... En El Salvador conozco a millonarios que viven en sus casa, entre rejas, con un nivel de estrés altísimo. La Organización Mundial de la Salud defiende que la salud debe estar en todas las políticas, no sólo en las sanitarias. Limitarlas ahí es un reduccionismo muy tonto.
Entrevista publicada en La Voz de Avilés-El Comercio el 7 de marzo de 2018