Santiago Álvarez Labra, el primero por la izquierda. Foto: Sergio López.
La prevención de las agresiones que sufren los profesionales de la sanidad, en sus diferentes estamentos, fue(ron) ayer uno de los temas estrella en las Jornadas Técnicas de Seguridad en Centros Sanitarios que se celebran en el Hospital San Agustín de Avilés. La cita ha congregado en el centro de referencia del Área Sanitaria III a 185 participantes de toda España.
La cuestión no es baladí. Tal como manifestó Santiago Álvarez Labra, responsable del programa de prevención y actuación frente a potenciales situaciones conflictivas en centros sanitarios del SESPA, «el sector sanitario representa el 25% del total de las agresiones que se registran en ambientes laborales», según los datos manejados por la Organización Internacional del Trabajo y la Organización Mundial de la Salud. En los últimos 20 años, la tendencia es al incremento en este tipo de episodios.
Aunque los ponentes advirtieron de la dificultad que representa la diferencia de criterios para definir las agresiones, todos coincidieron en la necesidad de fijar estrategias para proteger a los profesionales de los sanitarios.
En el caso de Asturias, desde seis años su herramienta se centra en un plan específico vigente y coordinado por Santiago Álvarez Labra. El año pasado recibieron la comunicación de 270 actos de violencia hacia los profesionales sanitarios, de los que el 16,5% terminaron en los tribunales.
«Esto es la punta del iceberg, realmente sabemos que existen muchas más agresiones, pero no todas se comunican», asevera Labra.
Según su experiencia, «para algunos profesionales, la agresión es un fracaso. Tampoco se judicializa por el temor al futuro. Generalmente hablamos de procesos de faltas, con sanciones leves y, para evitar problemas, prefieren no denunciar» comenta Santiago Álvarez sobre un acto que provoca una ruptura en la relación terapéutica entre profesional y usuario.
La estrategia asturiana combina una serie de acciones que pasan desde la protección física (con medidas como la presencia de vigilantes de seguridad) a la formación específica de los profesionales, aportarles una cobertura profesional y respaldarlos ante posibles acciones judiciales.
La que más, amenazas
En el caso de Asturias, se han definido cuatro tipo de agresiones: física, intento de agresión física, amenazas e insultos.
«La agresión que más se produce son las amenazas», concluye Labra. Con el agravante que es la que genera peores consecuencias para los afectados, conclusión a la que llegan tanto por su experiencia directa como por la literatura científica sobre el asunto.
«La amenaza genera un temor, queda suspendido en el tiempo. Les pueden decir que saben donde viven, que conocen a sus hijos; hay casos en los que los agresores merodean por los centros sanitarios. Todo eso genera ansiedad», explica. De hecho, aunque el 3% de las agresiones provocan una baja laboral, los datos reales pueden ser superiores. «Nosotros sólo manejamos los datos de bajas provocadas directamente; Salud Laboral lleva otro tipo de casos, como la ansiedad después de varios meses, tras sufrir amenazas. La cifra real debe ser mayor, aunque es complicado conseguirla», comenta.
En esos seis años, el SESPA ha logrado elaborar un mapa de las agresiones. En valores absolutos son más frecuentes en Atención Primaria que en especializada, ya que las triplican. «Se debe a que las guardias de los equipos de Primaria están formados por dos personas y en los hospitales siempre existen más profesionales», señala Labra, además de ser mucho más extensa.
Otro dato que inquieta es que, sobre todo, las mujeres son las víctimas. «El 85% de las agresiones las recibe una mujer, puede pensarse que es porque hay un mayor número de mujeres trabajando; pero un estamento como el médico, donde el número de hombres y mujeres es paritario, ellas soportan el triple de agresiones que ellos», explica Santiago Álvarez Labra.
El origen de la violencia
Los datos manejados por el responsable del programa de prevención del SESPA muestran una tendencia al alza de las agresiones. «Los aumentos rondan entre el 10 y el 20% anual», comenta.
Las causas son varias. «Por una parte, la naturaleza del acto sanitario no se da en ningún otro tipo de actividad laboral porque siempre está en medio nuestra salud o la de una persona muy cercana», comenta. Al tiempo, la evolución desde un modelo paternalista en la relación entre los profesionales y los pacientes al actual sistema más igualitario junto con los cambios en la sociedad, cada vez más individualizada, favorecen las reacciones agresivas de las personalidades más violentas, comenta Labra.
Tampoco se puede olvidar el aumento de la asistencia a los diferentes recursos asistenciales. Tan sólo Atención Primaria registró durante 2011 en Asturias 10 millones de actos sanitarios diferentes.
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